6 En cuanto los hombres de Macabeo supieron que Lisias estaba
sitiando las fortalezas, comenzaron a implorar al Señor con gemidos y
lágrimas, junto con la multitud, que enviase un ángel bueno para
salvar a
Israel.
7 Macabeo en persona tomó el primero las armas y exhortó a los
demás a que juntamente con él afrontaran el peligro y auxiliaran a
sus
hermanos. Ellos se lanzaron juntos con entusiasmo.
8 Cuando estaban cerca de Jerusalén, apareció poniéndose al frente de
ellos, un jinete vestido de blanco, blandiendo armas de oro.